Hoy en día, el autoritarismo se ha convertido en el mayor desafío al que se enfrenta el mundo democrático liberal: un desafío tanto ideológico como estratégico. O, más exactamente, ha resurgido, porque el autoritarismo siempre ha planteado el desafío más potente y duradero al liberalismo, desde el nacimiento de la idea liberal misma. El autoritarismo ha regresado ahora como una fuerza geopolítica, con naciones fuertes como China y Rusia defendiendo el antiliberalismo como una alternativa a una hegemonía liberal tambaleante. Ha regresado como una fuerza ideológica, ofreciendo la crítica milenaria del liberalismo, y justo en el momento en que el mundo liberal está sufriendo su mayor crisis de confianza desde la década de 1930. Ha regresado armado con nuevas y hasta ahora inimaginables herramientas de control social y desorganización que están apuntalando el gobierno autoritario en casa, extendiéndolo en el exterior y llegando al corazón mismo de las sociedades liberales para socavarlas desde adentro.