La reconstrucción de Haití comienza con el Estado

Todos han visto las trágicas imágenes de destrucción provenientes de Haití. El número de muertos se estima en 100.000, pero la cifra real seguirá siendo desconocida. Según la Cruz Roja Internacional, aproximadamente un tercio de la población necesitará alimentos, agua y refugio durante los próximos meses. A medida que las operaciones de socorro comiencen a proporcionar un soporte vital esencial, surgirán otros problemas. La salud pública es una preocupación importante, ya que las enfermedades pueden propagarse muy rápidamente en una ciudad sin un sistema de alcantarillado público y donde solo el 50 por ciento de los niños han sido vacunados contra enfermedades comunes como la difteria y el sarampión.





El mundo responde con solidaridad. Muchos países, incluido Estados Unidos, ya están presentes directamente o a través de la Misión de la ONU en Haití (MINUSTAH). Los organismos multilaterales también se han comprometido a aportar recursos adicionales, y el Banco Mundial ha ofrecido 100 millones de dólares. Además, los donantes privados también han utilizado varios canales para contribuir a múltiples fondos y organizaciones de ayuda. Los haitianos y su gobierno seguramente necesitan toda la ayuda que puedan obtener.



Pero muy pronto las cámaras desaparecerán y los problemas de Haití permanecerán, comenzando por la falta de gobernabilidad y capacidad estatal. Haití simplemente no tiene un gobierno capaz de brindar servicios públicos básicos como orden y seguridad. Su administración es incapaz de coordinar la reconstrucción. La construcción de un estado va más allá de la reconstrucción del Palacio Nacional, oficinas gubernamentales, escuelas, hospitales y cárceles. Se trata de gobernanza y capacidad para diseñar e implementar políticas públicas, que son tan débiles como las del mundo en desarrollo. Haití necesita urgentemente un estado y esta es una buena oportunidad para conseguirlo. Este desastre puede ser transformador si la población haitiana, con la ayuda de la comunidad internacional, está de acuerdo con ese objetivo.



Un estudio reciente de la literatura sobre los efectos económicos de los desastres naturales realizado por Eduardo Cavallo, del Banco Interamericano de Desarrollo, e Ilan Noy, de la Universidad de Hawaii, destaca que los efectos económicos a largo plazo de los desastres naturales no dependen exclusivamente sobre la magnitud y destrucción inicial del desastre. Sin embargo, en igualdad de condiciones, los desastres naturales en países con mejores instituciones tienen un impacto negativo menor en el crecimiento económico. En algunos casos, los esfuerzos de reconstrucción y el estímulo asociado a ellos pueden realmente impulsar el PIB, compensando el efecto negativo inicial. Este es especialmente el caso si las áreas afectadas no son esenciales para la producción y la actividad económica.



Esto sugiere que la reconstrucción de Haití debe favorecer la generación de ingresos y el fortalecimiento institucional. La falla de las comunicaciones y la infraestructura pública ya débil que existía antes del terremoto son limitaciones importantes. Además, el país tiene una larga historia de violencia, pobreza y falta de gobernanza. Incluso antes del desastre, Haití necesitaba asistencia internacional para mantener su presupuesto fiscal. Imagínense cuánto más grande es esa necesidad ahora.



Para construir el estado, Haití necesita más que la misión de mantenimiento de la paz de la ONU. Los esfuerzos de reconstrucción requerirán una coordinación significativa. Una autoridad tiene que responsabilizar a todas las agencias que operan en Haití. El número de actores de los gobiernos internacionales y la sociedad civil es simplemente demasiado grande. Los haitianos deberían acordar una administración temporal con poderes reales transferidos a terceros. La ONU está en una buena posición para ofrecer eso, basándose en el modelo utilizado en Kosovo en la década de 1990. Canadá y Brasil son dos países que jugaron un papel destacado en ese esfuerzo.



Es muy importante que la economía vuelva a moverse. Los daños a la terminal del aeropuerto y al puerto marítimo principal reducirán la velocidad de la recuperación, lo que hará que la reconstrucción de la infraestructura clave sea una prioridad máxima tan pronto como se estabilice la situación humanitaria. Sin infraestructura física y comunicaciones, es virtualmente imposible reactivar la actividad económica, particularmente cuando las exportaciones juegan un papel importante.

Los haitianos también dependen fundamentalmente de las remesas de trabajadores en Estados Unidos y Europa. Por lo tanto, habrá presiones para que surjan nuevas olas de migración desde Haití. En lugar de anunciar que aquellos que intenten huir del país serán devueltos, los gobiernos internacionales deberían acordar una serie de visas temporales que se ofrecerían como parte de la operación de socorro. La concesión del Estatus de Protección Temporal (TPS) a los haitianos por parte de Estados Unidos es un paso en la dirección correcta y, con suerte, será seguido por otros países. Esto tendría un impacto directo sobre los ingresos en Haití y ayudará a manejar la crisis al reducir las tensiones y presiones en este momento crítico.