La política del presidente Trump en Afganistán: esperanzas y escollos

RESUMEN EJECUTIVO

Después de su último viaje allí en julio de 2017, Vanda Felbab-Brown analiza más de cerca la política de Estados Unidos hacia Afganistán. Felbab-Brown escribe que si bien la decisión del presidente Trump de que Estados Unidos permanezca en el país con una capacidad militar algo ampliada es en gran medida correcta, el enfoque del presidente contiene un defecto fundamental y crítico: la importancia degradada de la gobernanza en Afganistán.





  • La decisión general del presidente Trump sobre la política de Estados Unidos hacia Afganistán (permanecer en el país con una capacidad militar algo ampliada) es en gran medida correcta. Sin embargo, su falta de énfasis en la gobernanza afgana y los problemas políticos está profundamente equivocado y podría ser un error fatal en la estrategia.
  • La situación de seguridad en Afganistán es preocupante. En medio de los problemas persistentes dentro de las fuerzas de seguridad afganas, el impulso ha estado del lado de los talibanes. La red Haqqani, el Estado Islámico y otros actores han contribuido al deterioro de la seguridad. Lo más perjudicial es que el sistema político de Afganistán sigue funcionando mal.
  • El entorno regional también ha empeorado palpablemente en medio de las frustraciones interminables con Pakistán, así como los desafíos frente a China, Rusia e Irán.
  • El principal objetivo de la política estadounidense en Afganistán desde los ataques del 11 de septiembre ha sido garantizar que el país no se convierta en un refugio para grupos terroristas. Otros intereses centrales de Estados Unidos en Afganistán se relacionan con la estabilidad regional y la credibilidad internacional (es decir, cumplir con sus compromisos en Afganistán).
  • Estados Unidos tenía principalmente tres opciones con respecto a Afganistán: retirada militar total, compromiso antiterrorista limitado y permanecer en el país con despliegues militares ligeramente mayores y compromiso político intenso. La opción que eligió la administración Trump — quedarse en Afganistán con una capacidad militar algo ampliada — es la opción menos mala.
  • Sin embargo, esa estrategia debe combinarse resueltamente con un énfasis explícito y sostenido en una mejor gobernanza y procesos políticos en Afganistán y un intenso compromiso político de Estados Unidos con los problemas de gobernanza afgana.
  • Por lo tanto, el acercamiento anunciado por la administración Trump a Afganistán no es una estrategia para la victoria. Mantenerse militarmente compra a Estados Unidos la esperanza de que eventualmente los talibanes puedan cometer suficientes errores como para socavar seriamente su poder. Sin embargo, eso es poco probable a menos que Washington comience a insistir explícitamente en una mejor gobernanza y procesos políticos en el gobierno afgano.