A medida que los hermanos Castro se desvanecen en la historia, los brotes verdes de la sociedad civil están emergiendo visiblemente en Cuba. No se equivoquen: el Partido Comunista de Cuba conserva su hegemonía autoritaria. No obstante, y en gran parte desapercibidos en los medios de comunicación de EE. UU., Varios grupos de interés están mostrando sus músculos juveniles, y con algunos éxitos políticos notables, aunque muy parciales.
Estos movimientos inesperados de la sociedad civil presentan un serio desafío para el cauteloso nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel, quien asumió el cargo en abril. En las últimas semanas, tres grupos de interés importantes han rechazado las nuevas regulaciones gubernamentales restrictivas emitidas de la manera habitual: por orden del gobierno, con pocas o ninguna oportunidad de participación pública. Las nuevas regulaciones apuntan a reducir los márgenes de ganancia de los empresarios independientes, expulsando a algunos del negocio por completo, e imponer nuevas reglas de censura sobre la expresión cultural.
En respuesta a estas amenazas, el sector privado emergente —unos 600.000 empleadores y trabajadores, más del 10 por ciento de la fuerza laboral según el recuento oficial— presionó a las autoridades para que retractaran las limitaciones propuestas a la acumulación de capital individual. Para gran sorpresa de todos, las autoridades de repente ofrecieron concesiones importantes. Los empresarios podrán ser dueños de más de un negocio, acordó el gobierno, y los dueños de restaurantes y bares ya no enfrentarán techos de ocupación de 50 clientes cada uno.
Sin embargo, otras cláusulas restrictivas contra los negocios permanecen en los libros. Los emprendedores aprensivos esperan ver si los burócratas y los inspectores del gobierno aplican sus nuevos poderes discrecionales con mano dura o ligera.
Por su parte, el gran ejército cubano de trabajadores culturales de la música, el cine, el teatro y las artes visuales, rechazó enérgicamente los proyectos de reglamento que exigían la aprobación previa de las representaciones públicas y amenazaban con censurar los contenidos antipatrióticos. En el último minuto, nuevamente el gobierno dio un paso atrás y acordó consultar con representantes de la comunidad artística antes de la implementación.
En otro desafío a la autoridad gubernamental, los propietarios y conductores de taxis de La Habana organizaron una huelga informal contra un complejo conjunto de nuevas reglas. El gobierno busca imponer informes onerosos de todos los ingresos y gastos, impuestos efectivos más altos, requisitos de seguridad más rigurosos para ciertos vehículos y, en algunas rutas, un límite más bajo en las tarifas de taxi. En protesta y desesperación, muchos taxistas han entregado sus licencias. Además, los autobuses públicos circulan con menos frecuencia, aparentemente debido a la escasez de gasolina y repuestos. El resultado: un dolor de cabeza de transporte diario para la fuerza laboral de La Habana.
El gobierno se ha comprometido a importar más autobuses. Mientras tanto, las autoridades parecen incapaces de prever los resultados prácticos de las innovaciones burocráticas en la vida diaria. Con la intención de aumentar los ingresos fiscales e imponer orden sobre la red de transporte rebelde de La Habana, las autoridades no pudieron anticipar las reacciones impulsadas por el mercado de los propietarios y conductores de taxis regulados.
En los tres casos —los dueños de negocios descontentos, la comunidad artística alarmada y los taxistas frustrados— las protestas civiles tomaron formas similares. Ciudadanos valientes firmaron cartas cuidadosamente elaboradas, respetuosas pero firmes, dirigidas a los ministros y al presidente Díaz-Canel. (Algunos signatarios informaron sobre el acoso posterior del gobierno, incluidas las llamadas telefónicas amenazadoras). La difusión de las redes sociales (en la isla y en el extranjero) se llenó de duras críticas a las políticas gubernamentales. En algunos casos notables, intrépidos manifestantes se reunieron en espacios públicos, provocando breves detenciones policiales. Un destacado programa de televisión estatal, Mesa Redonda (Mesa Redonda), dio voz a algunas de las quejas populares, desafiando cortésmente a los invitados oficiales.
Para acceder a las redes sociales, la mayoría de los cubanos ha tenido que localizar puntos de acceso Wi-Fi dispersos. Pero este mes el gobierno habilitó la tecnología 3G en toda la isla. Esta entrada tardía al mundo de la telefonía moderna puede ser otro cambio de juego. Los ciudadanos cubanos que usen teléfonos celulares ahora podrán subir contenido de inmediato a Facebook, WhatsApp y Twitter.
Estas luchas por las libertades económicas y culturales entre las autoridades y la sociedad civil se producen en medio de una importante reescritura de la constitución de la nación. El Partido Comunista presentó un borrador de documento para comentario público en innumerables reuniones convocadas en toda la isla. El escepticismo inicial ha dado paso a la anticipación de que las autoridades pueden responder a las sugerencias de los ciudadanos y enmendar significativamente el borrador final, incluso cuando persista el gobierno de partido único y la planificación socialista. Un referéndum popular sobre la nueva constitución está programado para fines de febrero.
7 semanas a partir de hoy
En general, las acaloradas conversaciones sobre la reforma constitucional y la receptividad del gobierno a las voces de la sociedad civil, por tardías y parciales que sean, han generado esperanzas: tal vez la Cuba posterior a Castro evolucione gradualmente hacia una gobernanza más receptiva. Envalentonados por las grietas en el bloqueo del gobierno, los cubanos pueden buscar ampliar el espacio para la expresión de la sociedad civil.
Al mismo tiempo, aunque muchos aplauden la relativa capacidad de respuesta de la joven administración a las voces independientes, algunos partidarios incondicionales y los cubanos comunes y corrientes acostumbrados a los gobernantes autoritarios solo ven debilidad e improvisación. La reincidencia es ciertamente un escenario factible. Algunos escépticos antigubernamentales ya ven solo medio paso hacia adelante, dos pasos hacia atrás.
Sin embargo, algunos cubanos albergan esta aspiración: que el presidente Miguel Díaz-Canel, quien hasta ahora ha defendido la continuidad sobre el cambio, eventualmente ganará la autoridad y la confianza para enfrentar al otro elefante en la sala: la economía estancada durante mucho tiempo. Porque solo reformas económicas integrales podrían sacar a la economía de su recesión cada vez más profunda, la causa fundamental de las ansiedades del gobierno y el descontento popular.