El invierno pasado, los partidos salafistas en Egipto demostraron ser una fuerza política formidable, ganando una cuarta parte de los votos en las primeras elecciones del país en la era posterior a Mubarak. Para muchos en Washington, la fuerza inesperada de los grupos religiosos conservadores de Egipto planteó inquietantes preguntas sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Egipto y los intereses de seguridad de Estados Unidos en la región.
¿El éxito político de los salafis convertirá a Egipto en una potencia antiestadounidense y fortalecerá a los grupos yihadistas como Al Qaeda que están empeñados en utilizar la violencia contra Estados Unidos y sus aliados?
En el memorando del Saban Center Middle East, William McCants, especialista en Oriente Medio de la CNA y profesor adjunto de la Universidad Johns Hopkins, examina las implicaciones del giro y el éxito de los salafis en la política electoral. McCants sostiene que, si bien la participación política puede no moderar las posiciones de los salafis sobre los problemas sociales, probablemente erosionará la fuerza de sus afiliados más extremistas y violentos. Por esta razón, los intereses de Estados Unidos pueden estar mejor atendidos cuando los salafis desempeñen un papel en la política posterior a la revolución.