Invertir en mujeres emprendedoras de negocios abre oportunidades educativas para las niñas en México

Estudios de investigación demuestran que las mujeres que tienen el control del gasto del hogar son más propensas a destinarlo al bienestar de la familia, específicamente invirtiéndolo en alimentos y en la educación de sus hijos. Esto es particularmente cierto para las mujeres que viven en condiciones de pobreza en zonas marginadas.





En la península de Yucatán, ubicada en el sureste de México, es común que las mujeres se agrupen para trabajar en cooperativas micronegocios como fuente adicional de ingreso. Estas iniciativas son muy necesarias en comunidades indígenas ubicadas en regiones distantes, ya que los bajos niveles educativos presentes en estas poblaciones rurales no les permiten competir en el mercado laboral de manera justa. En particular, esta realidad educativa es un obstáculo para las mujeres adultas, quienes no han completado la escuela primaria.



Para que las cooperativas micronegocios tengan un impacto sustancial no sólo para las mujeres, sino también para sus familias, especialmente para las niñas, hallazgos de mi investigación sugieren que existen tres elementos de éxito que deberían ser tomados en consideración cuando se trabaja con grupos de mujeres indígenas mayas para incrementar la sostenibilidad de estas iniciativas. Estos son: el capital social, las actividades de seguimiento y el liderazgo ético.



Primero, es importante apoyar económicamente a grupos de mujeres con lazos de amistad o parentesco, ya que es más probable que permanezcan unidas cuando se enfrenten a los retos de administrar una cooperativa-micronegocio. Este valor basado en la confianza también es conocido como capital social , entendido como una red de apoyo entre los miembros de una comunidad.



El capital social también les ayuda a resistir las dificultades que deben de afrontar en relación con la pobreza, la migración de sus esposos e hijos debido a razones laborales y a las desigualdades de género que todavía persisten en estas comunidades indígenas.



Segundo, las actividades de seguimiento llevadas a cabo por los representantes de las organizaciones que financian estas iniciativas son una excelente oportunidad para asesorar a las mujeres para que desarrollen el negocio a través de los años y fomentar en ellas habilidades empresariales, en lugar de ser solamente una actividad de monitoreo para verificar el uso eficiente de los recursos.



Es recomendado que estas actividades de seguimiento y capacitación sean en su lengua materna, la maya, la cual es la forma principal de comunicación en estas comunidades indígenas retiradas, para facilitar los canales de comunicación entre las partes y asegurar un entendimiento pleno entre los representantes y las mujeres.

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Tercero, la presencia de liderazgo ético entre las mujeres emprendedoras favorece la sostenibilidad de las cooperativas micronegocios a través del tiempo. Como Albert Bandura establece, los seres humanos modifican su comportamiento para adaptarse socialmente. Utilizando este enfoque teórico, el comportamiento ético es promovido y subsecuentemente permea en la cooperativa, entre las socias del negocio y sus clientes. Esta es una alternativa de hacer negocios basada en el trabajo honesto.



En mi libro Potenciando el desarrollo de la mujer maya a través de asociaciones cooperativas: ¿qué factores apoyan o restringen la contribución de las cooperativas? demuestro que una vez que la cooperativa micronegocio es sostenible, las mujeres mayas invierten sus ganancias en apoyar a sus hijos a que logren niveles de escolaridad más altos, especialmente a las niñas. Basado en mis casi 90 entrevistas con mujeres mayas, ellas comprenden por experiencia propia las normas de género presentes en estas comunidades rurales que favorecen a los hombres sobre las mujeres. En otro estudio de investigación que realicé en la misma región titulada Understanding Girls’ Education in Indigenous Maya Communities in the Yucatan Peninsula se establece el importante rol e influencia de las madres en el desarrollo educativo de las niñas. De esta manera, ellas son más propensas a invertir en la educación de sus hijas cuando tienen los medios económicos para hacerlo, como una de las mujeres comentó: Yo trabajo para apoyar en los gastos escolares, para que tengan un futuro mejor.



Siguiendo estas recomendaciones, se incrementarán las oportunidades de vida no sólo de las mujeres, sino también las de sus hijas. El empoderamiento de la mujer a través de la educación y su participación en actividades económicas fomenta la autosuficiencia, un paso esencial en el desarrollo humano, basándose en la honestidad y el esfuerzo, prácticas que propician el respeto hacia las mujeres en comunidades tradicionalmente regidas por estructuras patriarcales.