El impacto del gobierno abierto: evaluación de la evidencia

El gobierno abierto ha surgido en los últimos años como un área de intensa actividad y ferviente esperanza para algunas de nuestras mayores aspiraciones sociales. Este documento plantea la pregunta, ¿funciona el gobierno abierto? Es decir, ¿las intervenciones de gobierno abierto amplían el conocimiento público de los procesos gubernamentales, fomentan la participación y la inclusión, mejoran los servicios públicos, ahorran dinero público o ayudan a lograr otros objetivos de gobierno ampliamente aceptados?





Los autores Vanessa Williamson y Norman Eisen revisan la literatura empírica y teórica que examina el impacto internacional del gobierno abierto y ofrecen recomendaciones para los responsables de la formulación de políticas y una agenda para futuras investigaciones sobre el tema. Emplean una definición amplia de gobierno abierto, centrándose en tres procesos de gobernanza que permiten abordar las perspectivas, necesidades y derechos de los ciudadanos, incluidos los más marginados: (1) iniciativas para aumentar la transparencia; (2) intervenciones destinadas a ampliar el compromiso y la participación del público; y (3) esfuerzos para mejorar la capacidad de respuesta y la responsabilidad. Al evaluar si el gobierno abierto funciona o es efectivo, Williamson y Eisen buscan aquellas intervenciones que, según la evidencia, causan una mejora crítica en la vida de las personas (por ejemplo, mejorando la atención médica, reduciendo la corrupción, aumentando las tasas de votación, etc.).



Con base en un análisis de cientos de informes, artículos y estudios académicos revisados ​​por pares que analizan la efectividad de programas particulares, los autores identifican las seis características de los programas de gobierno abierto que dan a estas reformas la mayor probabilidad de éxito. Expresan estas seis características como una serie de preguntas que los proponentes de tales programas deberían plantear:



  1. ¿Han identificado los proponentes los principios específicos (por ejemplo, segmentos del público, la sociedad civil, los medios de comunicación y otras partes interesadas) que pretenden beneficiarse de la nueva iniciativa de gobierno abierto?
  2. ¿La información revelada por la iniciativa es importante para los directores?
  3. ¿Es la información accesible y publicitada para los directores?
  4. ¿Pueden los directores responder de manera significativa como individuos?
  5. ¿Los agentes gubernamentales apoyan el esfuerzo de reforma?
  6. ¿Pueden los directores coordinarse para cambiar los incentivos de sus agentes gubernamentales?

Donde las iniciativas de gobierno abierto han sido efectivas, argumentan Williamson y Eisen, la respuesta a cada una de las tres primeras preguntas es sí. Además, la respuesta a al menos una de las preguntas 4 a 6 también es afirmativa. Es decir, los directores podrían responder de manera significativa por sí mismos, o podrían hacerlo con el apoyo de funcionarios gubernamentales, o podrían hacerlo a través de un esfuerzo coordinado de los directores para cambiar el comportamiento de sus representantes en el gobierno.



Williamson y Eisen terminan proponiendo una agenda para la investigación futura en esta área, que sostienen que debería incluir el uso ampliado de ensayos controlados aleatorios (ECA) y otros métodos de investigación rigurosos para llenar los vacíos cruciales que quedan en la literatura. Idealmente, concluyen, el gobierno abierto se convierte en el statu quo. En los próximos años, esperamos más investigaciones que examinen no solo dónde las iniciativas de gobierno abierto muestran un éxito temprano, sino dónde se institucionaliza el gobierno abierto.



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