No hay excusa moral para enviar niños a la batalla, pero la oscura realidad es que esto
Una práctica terrible es una característica habitual de la guerra moderna.
Unos 300.000 niños menores de 18 años (tanto niños como niñas) son ahora combatientes, luchando
en aproximadamente el 75 por ciento de los conflictos del mundo.
Entre los derechos humanos del dictador iraquí Saddam Hussein
violaciones fue su política de reclutamiento de niños
en las fuerzas armadas de Irak, en clara violación de las normas internacionales
ley y normas morales. Las fuerzas estadounidenses y aliadas ya se han enfrentado a niños soldados en los combates.
alrededor de Karbala y Nasariyah.
Desde mediados de la década de 1990, miles de niños iraquíes han asistido a campamentos de entrenamiento de verano de estilo militar. Durante
En las sesiones de 3 semanas de duración, niños de hasta 10 años realizaron simulacros, aprendieron el uso de armas pequeñas y recibieron grandes dosis de adoctrinamiento político Ba'ath.
Los campamentos recibieron el nombre de la resonancia de los acontecimientos actuales para ayudar a impulsar el reclutamiento y agregar
al efecto político. Por ejemplo, el verano de 2001
La serie del campamento se tituló Al Aqsa Intifada, para vincularla con la simbología del levantamiento palestino que comenzó a principios de ese año. A partir de 1998, el ejército dirigió una serie de programas de entrenamiento y preparación militar hacia todo el
Población iraquí, incluidos niños de hasta 15 años. Las sesiones de preparación, que generalmente duraron 2
horas al día durante 40 días, instrucción obligatoria y entrenamiento en armas pequeñas.
Las razones del régimen baazista para capacitar y reclutar niños fueron múltiples. Un método común
para los regímenes totalitarios mantener el control es militarizar
sociedad y ponerla en pie de guerra constante. Tales acciones permiten una jerarquía controladora y
ayudar a desviar las tensiones internas hacia enemigos externos. El régimen de Hussein no fue una excepción. Aproximadamente la mitad de la población iraquí tiene menos de 18 años,
aproximadamente 11 millones de los 22 millones de ciudadanos. Esta importante cohorte de jóvenes representaba un grupo profundo de fuerzas potenciales, así como una amenaza potencial, si no se organizaba hacia los objetivos del régimen. Más importante aún, reclutar, capacitar y adoctrinar a los niños ofreció la oportunidad de profundizar el alcance del régimen en su sociedad.