Una oficina de supervisión del Congreso: un sistema de alerta temprana propuesto para el Congreso de los Estados Unidos

Una función central del Congreso de los Estados Unidos es la supervisión del poder ejecutivo. La supervisión del Congreso, ejercida desde el principio de la nación, es una herramienta esencial para hacer real la separación de poderes al facultar al Congreso para controlar al ejecutivo. Sin embargo, en los últimos años, a medida que la polarización ha alcanzado niveles paralizantes, el Congreso se ha salido en gran medida del negocio de la supervisión rutinaria y prospectiva de las patrullas policiales. En ausencia de la voluntad y la capacidad para realizar una supervisión prospectiva, el Congreso corre el riesgo de perder su poder ante el poder ejecutivo y, por lo tanto, de fallar en una de sus funciones constitucionales más importantes.





Este documento evalúa si se puede hacer algo o no para que el Congreso vuelva al negocio de la supervisión. Específicamente, la autora Elaine Kamarck examina la siguiente pregunta: Suponiendo que los futuros Congresos desarrollen la voluntad política para llevar a cabo la supervisión, ¿tienen la capacidad de supervisar una rama ejecutiva grande, moderna y compleja?



Como ilustra Kamarck, los recursos no coincidentes pueden dificultar que el Congreso reanude su función de supervisión. El gobierno federal moderno es una empresa enorme y compleja. Pero a medida que el poder ejecutivo ha crecido considerablemente en las últimas décadas, el Congreso ha adoptado recortes presupuestarios que hacen que el poder legislativo sea cada vez menos capaz de emprender los tipos de supervisión sistémica que pueden resolver o prevenir problemas. El Congreso emplea apenas 17.272 profesionales para supervisar una rama ejecutiva que consta de 4.2 millones de funcionarios y militares uniformados.



La infraestructura existente que se supone debe ayudar al Congreso a estar en la cima del poder ejecutivo ha sido presa de un tonto sin sentido del Congreso, afirma Kamarck. Ella detalla las cinco entidades que están destinadas a apoyar al Congreso en su función de supervisión: el personal del comité, el Servicio de Investigación del Congreso, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno, la Oficina de Presupuesto del Congreso y los Inspectores Generales, todos los cuales carecen de personal y presupuesto. Kamarck recomienda que lo primero que debe hacer el Congreso para solucionar su problema de supervisión es dotar de personal adecuado a las agencias que ya tiene y detener el níquel y la atenuación y degradación de su propia capacidad.



Además, Kamarck pide una Oficina de Supervisión del Congreso, un organismo encargado de evaluar el desempeño gubernamental antes de surge una crisis. Esta oficina debe contar con profesionales de implementación que puedan recopilar las señales de todas las demás organizaciones de supervisión anualmente y en sincronía con el ciclo presupuestario.



El Congreso debe volver al negocio de la supervisión productiva del poder ejecutivo, concluye Kamarck. Una Oficina de Supervisión del Congreso es sin duda un paso en esa dirección.