Campeón del optimismo y el excepcionalismo chinos

China deja perplejo al mundo. El rápido ascenso del país al poder económico mundial plantea un importante conjunto de preguntas sobre cómo se debe percibir la transformación del sistema internacional a la luz de este cambio de época:





hechos aleatorios que nadie sabe
  • ¿Está China en camino de convertirse en una nueva superpotencia? Si es así, ¿cómo transformará esto el panorama económico y político mundial?
  • ¿Será este cambio de poder en curso comparable en escala al ascenso de Europa en el siglo XVII o al ascenso de América a finales del siglo XIX y principios del XX?
  • ¿Será el mundo testigo de una competencia cada vez más intensa entre Estados Unidos, la superpotencia existente, y China, una superpotencia emergente? ¿Podría incluso conducir al estallido de lo que los estudiosos de las relaciones internacionales llaman una guerra hegemónica?
  • ¿Podría tomar forma una nueva guerra fría cuando China, un estado leninista de partido único, llegue a rivalizar con Occidente en las próximas décadas? ¿Presentará China un desafío militar e ideológico a Occidente, como lo hizo la Unión Soviética durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX?
  • Por el contrario, ¿debería considerarse el surgimiento del país más poblado del mundo como un desarrollo auspicioso, capaz de impulsar el crecimiento económico mundial y contribuir a un orden mundial más equilibrado y estable?

En este punto, no hay respuestas definitivas a estas preguntas, y con el tiempo surgen evaluaciones cada vez más sofisticadas de la búsqueda de China por el estatus de superpotencia. Este tipo de análisis también es difícil, ya que el impacto real y sustantivo del ascenso de China en el sistema internacional dependerá de muchos factores. En gran medida, las propias trayectorias económicas y políticas de China, así como las aspiraciones populares y las limitaciones demográficas del país, son los factores que determinarán el papel que adopte China. La trascendental transformación socioeconómica que impulsa estos cambios no se ha producido en un vacío intelectual. De hecho, durante la última década, pensadores estratégicos e intelectuales públicos de China se han involucrado en fervientes discusiones sobre la naturaleza de la integración cada vez mayor de China en el mundo y el camino del país por delante.



Desafortunadamente, los estudios en inglés de la China actual no han informado adecuadamente a la audiencia occidental sobre el dinamismo de los debates dentro de China y la diversidad de puntos de vista sobre su propio futuro. En un mundo tan complejo y que cambia rápidamente, sería enormemente valioso para los tomadores de decisiones y los analistas de Occidente ampliar su perspectiva y ver a los demás como se ven a sí mismos, como sugiere sabiamente el distinguido historiador Jacques Barzun.4 El discurso de la comunidad internacional sobre el Las implicaciones de una China en ascenso aumentarán su sofisticación si se presta más atención a cómo los intelectuales chinos perciben y debaten las responsabilidades que China pueda asumir en el futuro. En particular, la comunidad estadounidense que observa a China estaría mucho mejor informada si estuviera más familiarizada con el discurso estratégico contemporáneo de la República Popular China (PRC).



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