La reconstrucción de Afganistán implicará muchas tareas: reparar la infraestructura agrícola, reasentar a los refugiados, construir un sistema educativo completamente nuevo y reparar la infraestructura física dañada. También significa un esfuerzo internacional extraordinario para alimentar a una población desnutrida durante mucho tiempo y alentar a tantos afganos en el extranjero como sea posible a regresar a su tierra natal. Un Afganistán revivido también necesitará una burocracia civil y un nuevo orden político, un proceso que dio un paso de gigante en Bonn. Este orden político tendrá que reflejar las condiciones y sensibilidades afganas particulares, pero debe ser moderno en el sentido de que represente los intereses afganos ante el resto del mundo al realizar las tareas descritas anteriormente.
Sin embargo, como señaló el Acuerdo de Bonn, una prioridad urgente del nuevo gobierno afgano será establecer un aparato de seguridad integral.
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La experiencia afgana con los ejércitos ha sido lamentable. Nunca ha tenido un ejército verdaderamente profesional, y la ausencia de tal ejército fue una de las razones de la invasión de Afganistán por parte de los soviéticos (y posteriormente su declive hacia la guerra civil). El ejército afgano de la década de 1970 estaba dominado por los soviéticos y su golpe llevó al poder a una serie de gobiernos prosoviéticos que intentaron imponer su voluntad sobre un campo que no lo deseaba. Posteriormente, los talibanes también trataron de imponer su visión de un orden social perfecto a una población reacia, extrayendo su poder militar de sus propias milicias y voluntarios extranjeros que proporcionaron la columna vertebral táctica, estratégica e ideológica de este gobierno desconsolado.
Funciones y misiones
Con muy pocas excepciones, los estados modernos tienen ejércitos modernos. Llevan a cabo una serie de funciones básicas. En el caso afgano, la declaración de misión de un nuevo modelo de ejército debería incluir tanto actividades de seguridad como de consolidación de la nación.
Tareas de seguridad
Un nuevo ejército afgano debería ser lo suficientemente fuerte como para:
Tareas de construcción nacional
Principios
hechos extraños e interesantes
La construcción de un nuevo ejército afgano debe guiarse por varios principios.
Otras observaciones
La construcción de un estado afgano es una tarea urgente y esencial. Será difícil crear un ejército que sea lo suficientemente poderoso como para mantener la ley y el orden, disuadir al caudillo regional y contener la industria de los narcóticos, pero no tan poderoso como para amenazar el estatus y la autoridad de los líderes tribales regionales. Peor aún sería un movimiento contra un gobierno central debidamente constituido pero aún débil con sede en Kabul.
El principio primordial debería ser el de equilibrio de poder. El cuerpo de oficiales debe equilibrarse siendo ampliamente representativo, las diferentes unidades militares deben rotarse por todo el país (para evitar el desarrollo de vínculos demasiado estrechos con los centros de poder regionales) y todo el establecimiento debe mantenerse ocupado con importantes tareas de construcción nacional.
El ejército afgano también puede equilibrarse, hasta que sea más profesional, mediante la presencia de una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU que tenga una organización superior y una potencia de fuego a su disposición. Las experiencias de Kosovo, Timor Oriental, Camboya y otros lugares son parcialmente relevantes, pero de igual relevancia son las experiencias históricas de varios estados en la creación de establecimientos militares modernos y profesionales en países relativamente pobres, en particular Bangladesh, India, Pakistán y Sudáfrica.
Por último, ningún estado externo, especialmente uno de los vecinos de Afganistán, debería desempeñar un papel dominante en la configuración de las perspectivas de un nuevo ejército afgano. Si bien Pakistán, Irán y Rusia podrían querer proporcionar equipo y capacitación técnica, su función debería ser limitada. Esto sería más fácil si Afganistán fuera declarado por una convención internacional como un estado neutral o no alineado.