El impacto del mar en la vida y el trabajo de los convictos
03 de mayo de 2017
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Pídale a alguien que nombre los sitios carcelarios más severos, y es probable que le sugiera una isla. La isla del Diablo, Alcatraz, la isla Robben, todas cobran gran importancia en nuestra imaginación. Pero la historia real de las islas prisión es mucho menos clara. Katy Roscoe, candidata a doctorado en la Universidad de Leicester, sostiene que, lejos de actuar como una barrera natural, el mar se filtró en todos los aspectos de la vida diaria de los presos.
El próximo artículo de Katy Roscoe en la Serie de Seminarios de Historia y Cultura Marítima analiza tres islas penitenciarias australianas: Isla Melville (Territorio del Norte), Isla Cockatoo (Nueva Gales del Sur) y Isla Rottnest (Australia Occidental), para comprender la historia del castigo a través de un lente.
Ciertamente, el gobierno colonial se sintió atraído por las islas como 'prisiones naturales'. Pero a la hora de elegir un sitio, los factores estratégicos a menudo superan a los ideológicos. Las islas eran particularmente útiles tanto para la fortificación militar como para puestos comerciales. Tanto los convictos europeos como los aborígenes australianos construyeron muelles, rompeolas, faros e, incluso, diques secos para conectar las colonias australianas con el Imperio Británico en general. Para muchos convictos que habían trabajado en cascos en el Támesis, todo su encarcelamiento habría estado dominado por el trabajo en las industrias marítimas. En muchos sentidos, los convictos eran las manos ocultas del comercio y las comunicaciones mundiales.
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Además de trabajar en las industrias marítimas, los convictos también encontraron formas únicas 'marítimas' de resistir su encarcelamiento. A pesar de los esfuerzos por vigilar los márgenes de las islas carcelarias, las costas eran permeables: permitían la entrada de mercancías ilícitas y la salida de convictos fugitivos. La presencia de tripulaciones de barcos en las islas provocó intercambios de alcohol, tabaco y noticias en el mercado negro. Los convictos también intentaron (a menudo de maneras ingeniosas) escapar: nadando y robando botes en un intento por la libertad.
Katy Roscoe impartirá un seminario sobre este tema en el Instituto de Investigaciones Históricas a las 17.15 horas del martes 9 de mayo. ¡Venga para obtener más información sobre la construcción de barcos, el contrabando y las fugas! Los seminarios son gratuitos y abiertos a todos.
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