Las discusiones sobre las lecciones aprendidas de la crisis financiera generalmente se centran, en parte, en el comportamiento de los hogares estadounidenses. Los expertos se apresuraron a señalar que el ahorro era insosteniblemente bajo y el endeudamiento insosteniblemente alto durante el auge de la última década. Pero, ¿los hogares están de acuerdo en este punto? ¿Y actuarán en consecuencia? Un nuevo estudio de investigadores de la Junta de la Reserva Federal sugiere que, de hecho, los estadounidenses tienden a comportarse de manera más prudente en el entorno posterior a la crisis.
En la economía en su conjunto, el ahorro ciertamente ha aumentado y el uso del crédito ha disminuido. El tasa de ahorro personal ha estado entre el 5 y el 6 por ciento en los últimos años, muy por encima de los mínimos de alrededor del 1 por ciento observados antes de la crisis. El nivel pendiente de deuda de los hogares ha venido cayendo de manera constante desde mediados de 2008. La caída de la deuda, junto con los bajos tipos de interés, ha provocado la ratio de servicio de la deuda —La participación de los ingresos comprometidos con los pagos mensuales de la deuda— caiga a su nivel más bajo en más de una década.
Sin embargo, la explicación de estos patrones no ha sido clara. En el caso de la deuda pendiente, por ejemplo, una parte justa de la disminución parece reflejar que los prestatarios incumplen sus préstamos. La reducción del endeudamiento nuevo también contribuye de manera importante, pero hemos visto poca evidencia sobre el grado en que este cambio ha sido impuesto por, digamos, condiciones crediticias estrictas, en contraposición a decisiones conscientes de los hogares para fortalecer sus posiciones financieras.
El Estudio de la Fed , que comparó las respuestas de los hogares de una encuesta de fines de 2009 con las de una encuesta similar realizada dos años antes, sugiere que la crisis financiera ha dejado a los estadounidenses con el deseo de administrar sus recursos de manera más conservadora. Los hogares tendían a reportar mayores reservas de precaución deseadas (ahorros disponibles para usar en tiempos difíciles). Los encuestados también mostraron menos disposición a asumir riesgos financieros, en particular aquellos que habían perdido mucha riqueza durante el período de crisis. Alrededor de una cuarta parte de las familias indicaron que aumentarían el gasto cuando recibieran ganancias de capital sobre sus activos, aunque aproximadamente el 60 por ciento dijo que recortarían el gasto si sufrieran pérdidas de capital.
Por supuesto, el vista de vaso medio vacío es que una mayor cautela entre los consumidores está amortiguando el gasto y, por tanto, obstaculizando la recuperación económica. Este punto es correcto y subraya la necesidad de seguir adelante con medidas que respalden la demanda, como reducir la incertidumbre sobre cómo se resolverán los problemas del presupuesto federal y comprometerse con un nuevo sistema de financiamiento de la vivienda. Sin embargo, no debemos resistirnos a una mayor inclinación hacia la prudencia financiera del consumidor, ya que colocar los balances de los hogares en una posición más sólida y sostenible sienta las bases esenciales para un crecimiento económico sólido a largo plazo en este país.